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miércoles, 18 de agosto de 2010

Carta de amonestación a los señores Autos


En todos mis años de vida, no ha habido momento en que ustedes no me pasen a llevar. Esto es el colmo y no aguanto más. Estoy cansada de que siempre anden por ahí haciendo de las suyas y echándonos a un lado.
Ven una calle sola y allá se tiran en medio de la pista, ¿no pueden alguna vez seguir las normas? No creo que de verdad no nos vean, pero se hacen los locos y no nos dejan espacio.
Hace unos días iba yo muy apurada al taller. Iba por la “Av. Grecia” hacia el oeste y de pronto desde “Juan Moya” sale un Chevrolet Corsa a toda prisa, obligándome a parar. No vio ningún otro auto, entonces obviamente no se percató de la flaca que iba ahí (o sea yo). De verdad me dolió en lo más profundo de mis frenos…
Considero que sus injusticias deben detenerse a toda costa, después de todo las calles y avenidas también nos pertenecen. No tendré 300 caballos de fuerza, pero de que sirvo, sirvo y hasta económicamente rindo mucho más que todos los de “4 ruedas”.
Mi petición es la siguiente: que se respeten los signos “pare”, que podamos usar libremente las calzadas, que nuestros derechos se den a conocer a nivel masivo. Que los autos no se detengan 2 metros después del paso de cebra, sino antes de que este comience.
Si esto ustedes no lo analizan, tendré que recurrir al presidente de Chile, don “Juanito Mena” y así aún así, no logramos nada, iré con organizaciones internacionales como la “Oxford”. Atentamente, la bicicleta.

Presentación en la Iglesia de Cristo (15/08/10)

Antes de comenzar, debo decir que estoy sumamente agradecida con la iglesia por esta oportunidad de poder presentarme ante ustedes. Sé que no muchos me conocen, así que les contaré que soy la mayor de 3 hermanas, que tengo 19 años y estudio medicina en la universidad de Buenos Aires.
No sé si alguien conoce este programa de la PUC, pero yo pertenecía al PENTA UC. Y los que estudien o hayan estudiado en la católica, sabrán que siempre se están haciendo misiones en esa universidad.
El 2007 yo participé en Siembra UC. Fuimos a Panguipulli durante el invierno y en ese entonces, yo no era cristiana. Si bien, había nacido en una familia que “creía en Dios” en mi casa nunca estuvo lo de ir a la iglesia cada domingo u orar constantemente, entonces estas misiones eran realmente mi primera aproximación a Dios. Fueron 10 días, con lluvia todos los días, temperaturas bajo 0, compartiendo con mucha gente. No puedo explicar cuánto gozo sentía en ese momento al ver cómo actuaba la gente cuando tenía a Dios en su corazón. Desde aquel viaje, mi vida comenzó a cambiar radicalmente. Comencé a buscar a Dios de un modo distinto, todo lo que tenía que ver con Él llamaba mi atención, quería conocerlo, quería sentirlo, quería ver qué tan grande era. Necesitaba descubrir el “misterio” de Dios. Llegar a la tomar la decisión de ser cristiana no era una cuestión fácil, sabía que implicaría leer la Biblia mucho más, asistir a una iglesia, tener una relación con Dios para toda la vida, cuidarla y fortalecerla y también, que tendría que vivir según lo que Él manda.
En noviembre de 2008 fui de campamento con mis amigos al cajón del Maipo y en el bus me puse a cantar. Una de las niñas que iba en el mismo bus, se puso a cantar conmigo y resulta que ella y sus amigos, eran de El Oasis. Me puse a conversar con ellos, me hablaron de la comunidad y me invitaron a asistir y sin más, fui. Ahí he conocido personas increíbles, que me han animado y guiado.
El año pasado tomé la decisión de seguir a Cristo y comprendí que finalmente el misterio como escribe Pablo es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.
Dios ha llenado mi vida de bendiciones, de gozo, de paz y aunque ha habido momentos malos y buenos, días con lluvia y sol, he permanecido firme en mi fe y en mi decisión de vivir de acuerdo a su voluntad. Él abrió mis ojos para poder presenciar su grandeza y le habló a mi corazón. Todo lo que Dios ha hecho en mi, necesito transmitirlo, no puedo imaginar un mundo sin el conocimiento de Cristo y a veces es triste darme cuenta de que mucha gente en la Tierra, no tienen idea de quién es realmente Jesús y no alcanza a percibir lo que ha hecho por nosotros.
En Buenos Aires fui a un merendero en la zona del Tigre, estuve en una villa compartiendo con niños y jóvenes en riesgo social y fue bkn poder hablarles de Cristo y sembrar algo de esperanza en ellos, cuando muchas veces parece que el mundo les juega en contra. También junto a jóvenes de la iglesia hemos ido a visitar gente en la calle. Este fue uno de los inviernos más duros en Argentina, no se veían temperaturas tan bajas desde hace mucho tiempo y la cantidad de vagabundos que uno ve, a mi me impresiona, porque en Santiago, quizás por ser una ciudad más chica, no encontramos tantos. A veces, te encuentras con familias enteras viviendo en situaciones sumamente difíciles, sin ropa adecuada para pasar el frío, enfermos, con hambre y niños expuestos a todo. Me gusta el Salmo 9:18 que dice “Pero no se olvidará para siempre al necesitado, ni para siempre se perderá la esperanza del pobre”
Ahora tengo la oportunidad de ir a Kenya, claramente un país con muchas necesidades. Yo no alcanzo a dimensionar la pobreza de estas personas, y posiblemente, lo que yo pueda hacer allá, no cambie mucho la situación desigual en la que viven. Pero sí sé, que con Cristo, comprendemos que la riqueza no está acá, sino en su reino. Sé que él pude aligerar nuestras cargas, darnos sabiduría para comprender su palabra, darnos consuelo, paz, alegría, porque aunque nos falte todo, nuestra esperanza está en Él y con Él, somos más que victoriosos ¿no?
Yo quiero ir a Kenya para ser luz en medio de un estado en caos y me emociona, me apasiona pensar que podré servir y compartir con la gente que más necesita de nuestra compasión.
Mientras despierte, agradeceré a Dios que todavía me invite a ser parte de su misión. Con gozo, seguiré compartiendo su evangelio, intentando mostrar cada día a un Cristo que vive y obra en mi, para que más personas puedan alabarlo.