Entradas populares

jueves, 30 de agosto de 2012

A mi Tata

Esto lo escribí para mi tata cuando él se encontraba hospitalizado... pensaba decírselo un día, pero no recuerdo si realmente lo hice... al menos quizá no con estas palabras. Ahora que borraba archivos de mi computadora lo vi y me preguntaba qué haría con esto... Pues bien... lo comparto, aunque sé que él ya no lo leyó, pero lo supo de mi a través del amor que le brindé siempre.

Dicen que en algún momento a todos nos llega la hora de partir, pero yo no puedo imaginar una vida sin ti. Te amo demasiado como para continuar mi andar sin verte a mi alrededor.
Sé que estarás en un lugar mejor y con aquel a quien anhelamos, no sé si sentir algo de buena envidia, porque te adelantas a ese encuentro o triste, porque yo seguiré acá sin ti y sin verlo a Él.
Me ayudaste a crear una fortaleza tan grande, rodeaste mi vida de fantasías, me hiciste creer que era una princesa, alguien especial, me ayudaste a soñar y a abrir mi mente a tantas historias que llegaron a forjar lo que soy ahora. Tantas decisiones tomé pensando en tus palabras y consejos y ahora... es difícil, inisito, imaginar que podrías irte de este mundo. El cuadro en el que te encuentras llena mi imaginación de variables con respecto a cómo podrías estar sintiéndote, de lo que ves, de lo que oyes, pero quién podría decirme con cuál he acertado? Eres el hombre que más he amado, oh! cuánto te agradezco tu protección siempre. Recuerdo que fuiste la única persona en mi familia que me acompañó alguna vez a mis torneos de ajedrez y quien me llevaba a pasear en épocas de fiestas, a saludar tanta gente que conocías y así me hice la costumbre de sociabilizar y estar bien con las personas, de ser amable.
Tantas mañas tenías viejito, pero te conocía bien y sabía lo sensible que era tu corazón. Cómo te afectaban las discusiones, las desobedencias, las miradas frías, los insultos y aún así, siempre seguiste adelante, con tu coraza de hombre fuerte. Te vi llorar tantas veces, cuando todos pensabas que no tenías alma... ¿qué saben ellos? Solemos juzgar con tanta facilidad los actos de otras personas, pero ignoramos lo que hay en su interior.
Eres el mejor papá, el mejor abuelo, el mejor tata que haya podido desear, porque eres justo lo que necesitaba. Supo Dios hacerte a mi medida. En una torre me pusiste a salvo de depredadores, como tú no ha habido ni abrá otro y los niños bien que saben de eso. Gracias por tu preocupación, por tu amor, por todo. Te amo tatita!

lunes, 21 de mayo de 2012

HEBAV I

Había una vez un niño que quería vivir para siempre. Un día, de joven, se levantó con la certeza de que ya no volvería a su casa si salía de ella. Tenía mucho miedo, porque ese día él presentía que iba a morir. Llamó a su mamá y le explicó lo que sentía y asustado dejó que pasaran las horas, pensando en todas las formas posibles de muerte. Al llegar la noche él seguía con la misma sensación y al ver que no había muerto aún, se fue a dormir pensando que tal vez moriría mientras soñaba y esa idea no era tan catastrófica como todas las otras, así que lo aceptó y se fue a dormir "tranquilo". Al día siguiente, se sorprendió de abrir los ojos nuevamente. Fue con su mamá otra vez y mientras la abrazaba, pensó que si no moriría aquel mismo día, al menos moriría pronto. Tenía la certeza en el cuerpo, la muerte lo estaba rondando. Saber que le quedaba poco tiempo le hizo analizar su vida hasta ese momento. Se propuso reparar daños, disfrutar de su familia, sus amigos, la vida en sí, pues en cualquier instante, el más insospechado, podría dejar este mundo de una vez y para siempre. Pasaron dos meses entre certezas y asombros y durante aquel periodo, el chico logró adquirir mucha sabiduría con respecto al vivir y a enfocarse en las cosas importantes, a evitar los conflictos, las peleas que no llegaban a ningún lado. La última noche él tuvo un extraño sueño. Despertaba en medio de la oscuridad, él estaba tendido boca arriba y se veía a sí mismo sobre él, como si existieran dos de sus cuerpos, tan cerca uno del otro, que casi rozaban sus labios. Notó que su "otro yo" desprendía mucha luz, lo miró a los ojos y sus ojos eran brillantes, su "otro yo" era hermoso y mientras él estaba atónito observándolo, respiró por última vez. Su última exhalación se desprendió de él en forma de un polvo dorado, que aquel "otro yo" inhaló desde su boca y al terminar, sus párpados se cerraron. Llegó la mañana y el joven despertó, pero ya no era él mismo. Sus miedos habían desaparecido y sus convicciones eran diferentes. Despertó no siendo él y comprendió que para poder vivir para siempre, debía saber morir.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Tómate tiempo


Tómate tiempo para pensar, es la fuente de poder.
Tómate tiempo para rezar, es el mayor poder de la tierra.
Tómate tiempo para reír, es la música del alma.
Tómate tiempo para jugar, es el secreto de la perpetua juventud.
Tómate tiempo para amar y ser amado, es el privilegio que nos da Dios.
Tómate tiempo para dar, el día es demasiado corto para ser egoísta.
Tómate tiempo para leer, es la fuente de la sabiduría.
Tómate tiempo para trabajar, es el precio del éxito.
Tómate tiempo para hacer caridad, es la llave del Cielo.

La Vida - Madre Teresa de Calcuta


La vida es una oportunidad, aprovéchala.
La vida es belleza, admírala.
La vida es beatitud, saboréala.
La vida es un sueño, hazlo realidad.

La vida es un reto, afróntalo.
La vida es un juego, juégalo.
La vida es preciosa, cuídala.
La vida es riqueza, consérvala.
La vida es un misterio, descúbrelo.

La vida es promesa, cúmplela.
La vida es amor, gózalo.
La vida es trsiteza, supérala.
La vida es un himno, cántalo.
La vida es una tragedia, domínala.

La vida es aventura, vívela.
La vida es felicidad, merécela.
La vida es es vida, defiéndela.

Una Sonrisa - Madre Teresa de Calcuta


Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón,
conserva nuestro buen humor,
guarda nuestra alma en paz,
vigoriza la salud,
embellece nuestro rostro
e inspira buenas obras.

Sonriamos a los rostros tristes,
tímidos, enfermos, conocidos,
familiares y amigos.

Sonriámosle a Dios con la aceptación
de todo lo que El nos envié y
tendremos el merito de poseer
la mirada radiante de su rostro
con su amor por toda la eternidad.

Las palabras de Cristo son muy claras,
pero debemos entenderlas como una
realidad viviente, tal como El las propuso.
Cuando El habla de hambre,
no habla solamente del hambre de pan,
sino hambre de amor, hambre de ser
comprendido, de ser querido.

El experimentó lo que es ser rechazado porque
vino entre los suyos y los suyos no lo quisieron.
Y El conoció lo que es estar solo,
abandonado, y no tener a nadie suyo.

Esta hambre de hoy, que esta rompiendo vidas en todo el mundo destruyendo
hogares y naciones, habla de no tener hogar, no solamente un cuarto con
techo, pero el anhelo de ser aceptado, de ser tratado con compasión, y que
alguien abra nuestro corazón para recibir al que se sienta abandonado.

-Madre Teresa, M.C.

Mi árbol, mi abuelo y yo


El árbol que está en la fotografía, es un Jacarandá. Mi abuelo lo plantó cuando yo iba a nacer, entonces el árbol y yo, tenemos la misma edad.
Desde que era una niña, mi abuelo siempre me dijo que aquel Jacarandá, era mi hermano y yo lo creí.
Cuando tenía 4 años (y esto siempre lo recuerdo, porque fue el verano antes de entrar a kinder), mis padres tuvieron una discusión horrible... Bien, técnicamente no eran mis padres, era mi madre y mi padrastro, sólo que no supe eso hasta los 7. Durante la discusión yo me sentí muy mal y no podía creer que aquellas dos personas fueran en verdad mis papás. Mi abuelo no estaba en casa y yo sólo quería llorar e irme de ahí e influenciada por un capítulo de "El chavo del 8" en donde él se iba del vecindario, me fui yo también de casa, pensando que todo lo que necesitaba para vivir, era mi pelota de plástico y un palo de escoba al cual amarrarla.
Salí de mi casa y comencé a dar vuelta a la manzana, pensando sólo una cosa... "si ellos no son mis papás, entonces quiénes sí lo son?" La respuesta no tardó en llegar a mi mente, pues mi abuelo me había dado las pistas necesarias: "Mi árbol es mi hermano... quiénes son los padres de mi hermano?... el cielo y la tierra!" eureka! había descifrado el misterio. Luego de descubrir que el cielo y la tierra eran mis padres, me pregunté otras cosas como: "qué haré para sobrevivir?". Mi abuela ese verano había viajado en tren a Chillán, así que pensé en tomar un tren también al sur y dedicarme a criar animales y tener un huerto.
Mientras seguía caminando y dando la vuelta a la manzana, decidí que lo mejor sería volver a casa, porque después de todo, ya conocía la verdad y nadie podría engañarme otra vez.
Así es como desde los 4 a los 16 años, creí firmemente que el cielo y la tierra eran mis padres y que aquel árbol que mi abuelo plantó, era mi hermano.
Eso me ayudó mucho a no temer, a ser valiente, a tener respeto por la naturaleza, por la creación.
En cualquier cosa que yo hacía, tenía la seguridad de que mis padres estaban conmigo y mi árbol también. Si estaba triste, subía a mi árbol para pasar mis penas o lo abraza y siempre he creído que él tiene un espacio para mi, como si mi cara se ajustara a su forma o su forma a mi cara. Lo mismo si necesitaba meditar.
Hace unos días, cuando supe que mi abuelo murió, me sentía tan triste que sólo anhelaba ser niña otra vez, para pedirle a él ayuda para subir a mi árbol y quedarme ahí, por horas...