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miércoles, 21 de agosto de 2013

Polentina en el cesac 14 (21/08/13)

Polentina entró en la sala de espera del cesac 14 esta mañana, cuando vió a tres chicos jugando con los legos. Se acercó y se presentó, y conoció así a Carlos, de 9 años, a Nico, de 5 años y a Santi, de 2 años. Tres hermanos que venían a pedir el alta después de haber tenido un brote alérgico en la piel.
Mientras charlaban, los chicos notaron el grande y verde burbujero que Polentina llevaba en el bolsillo izquierdo de su guardapolvo y preguntaron “¿qué es eso?”. Polentina desenfundó su burbujero y les preguntó “¿qué creen ustedes que es?”. Los chicos rápidamente dijeron que era una espada, pero Polentina exclamó “¡es más que eso!” y explicó que era un hacedor de burbujas de ensueño.
Entre burbujas y burbujas, Polentina ya había captado la atención de estos tres hermanos, cuando más niños se sumaron a este encuentro.
Carlos, el mayor de los hermanos, desapareció un instante mientras el juego continuaba y mientras los pequeños deseaban volverse, al igual que Polentina, unos hacedores de burbujas, unos hacedores de ensueños.
Cuando Carlos volvió, traía consigo un dibujo que tenía escrito con su letra “Valentina” bien grande y en el centro, rodeado de corazones, estrellas, flores, una luna, un sol y un globo, y con su nombre en la esquina superior izquierda de la hoja. El pibe no había entendido el nombre de esta superheroína, pero no importa, porque en el fondo, la palabra representaba una de las características de Polentina… la valentía (y es lo que ella le dijo finalmente, con un abrazo de agradecimiento). El momento era mágico, la alegría reinaba en el lugar, las burbujas estaban por todos lados y el Honor de pronto entró por la puerta, y quiso nombrar a estos niños y niñas, en un acto sublime, hacedores de burbujas de una vez y para siempre, para lo que primero, debieron pasar diversas pruebas como: quién salta más alta; piedra, papel o tijeras; quién tiene menos años y quién sopla más encantadoramente.
Más tarde el movimiento llevó a Polentina a enfocarse en la pistola de legos que uno de los hermanos llevaba en la mano. Desarmaron la pistola y la transformaron en pequeños fragmentos de alegría que comenzaron a repartir por toda la sala de espera y la juegoteca.
En el camino se encontraron con más legos y decidieron construir una torre muy alta. Polentina insistía en que la torre para que fuera grande y no se cayera, debía tener una base sólida.
Los chicos hicieron una primera torre muy alta, pero uno de ellos la sostenía. Les preguntó si para cuando soltara la torre ésta caería y los niños dijeron que sí. Entonces les explicó que la torre no tenía la base firme y que habría que construir una diferente. Construyeron otra, muy débil. Polentina sacó el burbujero y pregunto si cuando llegaran las burbujas la torre caería. Los niños dudaban, así que Polentina lanzó burbujas a la torre, pero ésta permanecía erguida. Luego, preguntó si cuando soplara la torre caería y en opiniones divididas, algunos dijeron que sí y otros que no. Polentina sopló y la torre se vino abajo. En la tercera torre Polentina intervino y les mostró cómo construir bases firmes.
Los hermanos se fueron con su madre y despidieron a Polentina con abrazos y besos y se quedó Polentina junto a otros chiquitos más chiquititos, que apenas hablaban. Ellos querían burbujas y burbujas recibieron y fueron reventando burbujas por la juegoteca, acercándose con ellas a los que estaban sin jugar y captando la atención y sonrisas de muchos.
Polentina estaba muy feliz para cuando terminó la jornada y fue tiempo de partir, pero tenía muchas dudas sobre sus superpoderes… Gracias a la brújula, Polentina redireccionó su rumbo y en honor a su nombre, decidió usar sus superpoderes para encontrar la polenta que hay en los otros (los poderes que tienen los demás tienen) y hacérselos ver.
Y así emprendió Polentina su viaje, llena de amor, llena de felicidad, llena de magia, llena de colores, llena del otro…